jueves, 5 de febrero de 2009

Ningún plan perfecto es mejor que una buena idea.

Soy creativo publicitario desde 1991. Redactor. Empecé porque me gustaba escribir pero no quería ser escritor y vivir en un altillo comiendo fiambre y fumando cigarrillos negros. Y además me gusta que me paguen por escribir, cosa que a la mayoría de los escritores nunca les sucede. Tuve una linda carrera, trabajé con gente muy interesante, hice muchos amigos y viajé bastante. Pero aprendí a arreglármelas solito para crear un anuncio. Me enseñaron a creer en mi instinto y en mis ideas. Y a usar el sentido común. Hoy, las cosas han cambiado, a mi entender para mal. La publicidad casi no tiene atractivo. Todo tiene que tener una explicación, todo tiene que entrar en un PowerPoint, todo tiene que ser predecible, mensurable, comprobable y científicamente calculado. Todo tiene que ser avalado por focus groups. Por eso todos los anuncios son iguales, por eso todas las marcas dicen lo mismo. Cada vez me falta menos para dejar la publicidad. Porque lo que yo sé hacer, lo que aprendí y lo que me gusta, es tener ideas. Pero hoy, la publicidad ya no se trata de eso.

Es el reino de los planners. Cuando yo empecé no existían. 



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