martes, 31 de agosto de 2010

Monstruitos.

Hay una gran mayoría de niños de origen hispano con facciones de adulto en miniatura. He reparado en este detalle últimamente. Me he cruzado con cada criatura que uno no sabe si es un experimento de Josef Mengele o se trata de un pigmeo de 45 años. A algunos sólo les falta el bigote. No sé si por cómo les cortan el pelo, o por la ropa, pero la realidad es que prolifera una raza de infantes truculentos, sin el más mínimo atisbo de candidez en la mirada o ternura en sus movimientos. Emergen de entre las góndolas del supermercado o corretean por los estacionamientos. Merodean por la playa o los parques, mientras devoran alguna basura transgénica en packaging colorido. Trozos de pollo frito en aceite hidrogenado, papas fritas de bolsa embadurnadas en algún queso de dudosa factura, todo empujado por la infaltable gaseosa servida en un vaso del tamaño de una cabina telefónica. Observando la escena, sus hermanos adolescentes, con un pantalonazo a medio camino entre la cintura y el final del culo, la cabeza con forma de coliflor, una barbeta seborreica y los ojos entrecerrados como un cordero lechal en vísperas de alguna fiesta de guardar. Regocijados ante la presencia de su prole, dos treintañeros con obesidad mórbida se pavonean con orgullo de padres. Allá sentado, a lo lejos en todo sentido, una suerte de momia inexpugnable con sombrero de paja espera su muerte más temprano que tarde.
Entiendo que la curva del ciclo vital del ser humano acaso haya variado. Antes uno era niño, adolescente, adulto y viejo. Ahora es troll, imbécil, gordo de mierda y fósil.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Equipo.

Este es mi 11 ideal.


En el arco, Groucho Marx.

Línea de cuatro: Dean Martin, Antonio Carlos Jobim, Jorge Luis Borges, Martin Scorsese.

Mediocampo: Al Capone, Bill Bernbach, José de San Martín.

Delantera: Roberto Fontanarrosa, Alberto Olmedo, Chespirito.


D.T.: Winston Churchill.

domingo, 15 de agosto de 2010

Mentiras.

En estos días se ha informado de la detención de tres chicas argentinas que obtuvieron su visa de turista dando información falsa a las autoridades consulares americanas. Los titulares de los diarios hablan de como Estados Unidos "endurece su postura frente a la inmigración". Como he dicho varias veces en este blog, yo soy inmigrante. Y honestamente me siento insultado por la liviandad y la falta de conocimiento con la que los medios periodísticos argentinos califican de esa manera a cualquier persona que vive o intenta vivir en otro país. Ser inmigrante implica, de movida, aceptar las reglas y las leyes del país en el que uno pretende vivir. Yo soy un argentino residente en USA. No me siento perseguido por las autoridades norteamericanas. Para lograr mi residencia tuve que trabajar muchísimo, invertir tiempo, dinero y sobre todo, entender que las cosas son blanco o negro. Se cumple con los requisitos, o no. Se reúnen las condiciones para obtener la residencia, o no. La ley es implacable, pero es clara. No hay dobles interpretaciones, tan caras a la imbecilidad argentina mal denominada "viveza criolla". Las personas que violan la ley se llaman delincuentes. Los inmigrantes somos otra cosa.

Ojito.

jueves, 12 de agosto de 2010

Asado ideal.

Idealmente, contar con una parrilla estilo uruguayo, inclinada y con brasero. En caso de tener la típica parrilla que encontramos en los patios de las casas de Buenos Aires, iniciar dos fuegos, uno en cada extremo de la parrilla, con un intervalo de 25 minutos.

Lograr brasa anaranjada con una fina capa de ceniza.
Bajar la parrilla a 30 cm de altura y dejar que se caliente bien.

Embutidos: chorizo y morcilla.
Achuras: molleja, riñón y chinchulines.
Carnes vacunas: tira finita, colita de cuadril de hasta 750g, ojo de bife de hasta 1kg.
Carnes porcinas: bondiola y pechito de hasta 1kg.

Una vez que la parrilla esté bien caliente, colocamos los chorizos, previamente pinchados. Más o menos 20 minutos después, darlos vuelta. Yo suelo darles una tercera y última vuelta para que me queden parejitos de color y con las marcas de la parrilla.
Las morcillas ya están cocidas, por lo tanto sólo hay que colocarlas en la periferia de la parrilla y calentarlas hasta que la piel quede crocante. Si vienen con piolín, se las puede colgar del caño de la parri y dejarlas calentar ahí.

Al riñon hay que lavarlo, pelarlo, salarlo y quitarle el exceso de grasa. Luego colocarlo en la parrilla unos 25 minutos por lado y finalizar la cocción feteándolo y asando las rebanadas vuelta y vuelta.

A las mollejas también hay que limpiarlas. Yo además las friego con sal y jugo de limón. Si les gustan crocantes, recomiendo cocinarlas igual que los riñones, feteándolas y terminando la cocción vuelta y vuelta. Si no, aguanten unos 30-35 minutos por lado y las sacan enteras.

El chinchu se puede lavar y trenzar, yo personalmente prefiero tirarlo en la parri así como viene y dejar que el propio calor los vaya desgrasando. Al no trenzarlo, naturalmente va a ir tomando la forma de resorte irregular. No pasa nada. Lo cortan en pedacitos para servir y listo. Recuerden que todas las achuras se deben cocinar bien, nada de riñones rosaditos, mollejas jugosas y chinchulines blanditos. Ojo con la ansiedad, aguanten y cómanlas bien cocidas.

La carne se puede salar previamente con sal gruesa si se quiere lograr una fina costra al cocinarla. Si se prefiere una textura más suave se sala al darla vuelta. La famosa fábula argenta de poner salmuera (sal gruesa disuelta en agua caliente) no es más que una pelotudez que termina apagando el fuego.

La tira idealmente se le pide al carnicero que la corte finita para hacerla rápido vuelta y vuelta. Es el primer corte que sale inmediatamente posterior al chorizo y la morcilla. A mi gusto se sirve antes de las achuras. De lo contrario, se puede comprar el costillar entero y asarlo con bastante brasa y bien despacito. Pero un costillar no es un asado. Es un costillar. Ya haremos otro capítulo dedicado a él y a todas las otras carnes que se hacen a la cruz y no a la parrilla.

El pechito de cerdo garpa como loco. Es barato, se hace rápido y es riquísimo. Con un poquito de sal y limón es un golazo. Se le puede agregar una pizca de pimentón para darle un poquito de gracia y color.

La colita de cuadril tiene a secarse. Hay que hacerla hasta antes del punto y dejarla reposar a un costado del fuego. Jamás fetearla ni apurar su cocción.

El ojo de bife es el mejor corte vacuno por su contenido graso y la terneza del músculo. Idealmente hay que asarlo entero pero se puede cortar en entrecotes a mitad de la cocción para lograr un bife dorado por fuera que conserve sus jugos por dentro.

La bondiola le gusta mucho a mi hermano Agustín. Se debe cocinar entera con bastante limón. Como sucede con la mayoría de los cortes porcinos siempre hay que cocinarla como mínimo a término medio.

Personalmente me gusta un torrontés fresco que podría ser un Etchart Privado para las achuras y para el asado en sí un vino de corte clásico argentino como podría ser un Montchenot o un Clos du Moulin. Cualquier vino de esos de puto que cuestan más caros que la carne me rompen bastante las pelotas.

Las ensaladas que prefiero son la de hojas verdes que a mi gusto debe incluir lechuga, rúcula, apio y radicheta, la de tomate y huevo duro con orégano y la de papa con mayonesa y perejil. Poner cualquier tipo de hortaliza en la parrilla, ya sea en fetas o directamente en la brasa envuelta en papel metalizado es de recontra puto. Queda a criterio de cada uno si lo hace o no.

El pan debe ser flautita y en general conviene evitar la engañosa pelotudez de ponerlo en la parrilla porque cuando se enfría se endurece.

De postre me gusta mucho el Don Pedro hecho con helado de crema americana, whisky berreta nacional y un poquito de nuez molida por encima.

Para terminar, café y Legui. Discutir algún tema intrascendente, fijar la vista en cualquier lado mientras se juguetea con unas miguitas y se pasa un escarbadiente de lado a lado de la boca y se dice un par de veces "carajo" como Federico Luppi.

Ese es mi asado ideal.

lunes, 9 de agosto de 2010

La explicación.

La experiencia de ser inmigrante permite disociar la lejanía física de la espiritual. Es decir, uno vive lejos pero siempre está cerca. Argentina me sigue como un lamento inexplicable, como un dolor que intento remediar a cada paso, o al menos entender. La vida me permitió un experimento que, planeándolo, jamás hubiera podido concretar: vivir varios meses en la Argentina después de años en el extranjero. Todavía estoy procesando todo lo que pude aprender. Pero a medida que la experiencia va quedando atrás, voy entendiendo muchas cosas. Estando aquí en USA paso bastante tiempo solo. Manejando, caminando, haciendo compras, trabajando. Y pienso, me enfrasco en debates conmigo mismo sobre los motivos que llevaron a la Argentina, a mi país, a su triste y dolorosa realidad. Cuando uno amplía el marco de referencia, cuando incorpora elementos de juicio despojados del fanatismo futbolero y arrebatado de la identidad pendenciera, puede comparar historias y conductas. Puede entender los resultados. Geografía, idioma, recursos, fisonomía, son elementos casi fortuitos en la formación de un país. Al menos, irremediables. No se pueden mover de lugar las montañas ni cambiar las iglesias por pagodas. Los países los hacen sus habitantes. Es cierto que el entorno ayuda, por eso en Río de Janeiro nació la bossa nova y en Buenos Aires el tango. Pero no deja de ser un dato aleatorio.

El gran problema de la Argentina es la irracionalidad.

Es irracional que exista un partido político que derive del apellido de un ex-presidente fallecido hace casi 40 años.
Que haya gente que corta las calles.
Que los alumnos de un colegio decidan quién es el rector.
Que el gobierno controle los medios de comunicación.
Que se formen y multipliquen las villas miseria.
Que se viaje como ganado en el transporte público.
Que sistemáticamente y en todos los órdenes se viole la ley.
Que nenes de 12 años maten.
Que el estado y el campo sean enemigos.
Que la gente odie a Tinelli pero lo vea todas las noches.
Que haya hambre.

La irracionalidad se extiende y se mete por todas las grietas de la sociedad, hasta corromperla en su misma esencia. Entonces, al producirse un hecho delictivo resonante la gente dice "hay que fusilarlos en Plaza de Mayo", en vez de reclamar que simplemente se apliquen las leyes. El ex-entrenador del Seleccionado pierde por goleada y pasa a ser un "drogadicto de mierda que ni siquiera es técnico." La presidenta tiene como mayor adversario político al vicepresidente, con quien se supondría que comparte un núcleo de coincidencias básicas que llevaron a crear la fórmula. Las reacciones indivuales y de conjunto nunca obedecen a un proceso de selección natural basado en la experiencia anterior. Todo es impulso. Pero no un impulso sano, prometedor. Es como un espasmo. Un movimiento inefable, sin rumbo ni explicación, sin sentido. Se anula todo lo actuado por el que estuvo antes. Se empieza siempre de cero. Y ya sabemos que empezar de cero es una actitud que, sostenida en el tiempo, constituye un retroceso.

Argentina es motivo de curiosidad por parte de aquellas personas con las que convivo. Personas nacidas en otros países, que no consiguen entender todo aquello que nos pasa. Yo mismo no entendía hasta que, como aquel gaucho que al bajar del caballo ve la Pampa de otra manera, salí, entré y volví a salir.
En otros países la gente piensa. Razona. Capitaliza las experiencias en pos del bien común. Aprende de las guerras, aprende de las crisis, aprende de las desgracias y de los éxitos. Y ocurre algo que para nosotros se vive casi como un milagro: las cosas funcionan. En otros países dije. En el nuestro no.

lunes, 2 de agosto de 2010

La conjura de los blanditos.

Según decía Sir Winston Churchill, un fanático es aquel que no puede cambiar de idea y no sabe cambiar de tema. Personalmente, me tienen podrido los fanáticos del Nuevo Orden Internacional. Los pseudo-ecologistas, anti-todo, pro-cualquier causa que llame a desafiar las apacibles creencias del pobre tipo de a pie. No se puede comer atún, porque cuando se pesca atún en una de esas es ensartado un delfín y entonces abrir una lata de conserva te transforma en el asesino de Flipper. Si no usás el papel de los dos lados sos responsable del calentamiento global. Si se intenta apuntalar, pintar o reformar cualquier edificación ruinosa con el pomposo mote de "histórica", se es culpable de mancillar el patrimonio edilicio. Y así con varios ejemplos y situaciones. Los guardianes de las causas sensibles, subidos a pedestales de progresito melindroso, con aroma a patchouli y musiquita étnica descerrajan su odio contra todo atisbo de conservadurismo, tradición, progreso o fomento de la actividad económica. Todo es motivo de replanteo y de censura categórica.

Esta semana tuvimos un nuevo ejemplo con la prohibición de la tauromaquia en Catalunia. Es indudable, mal que les pese a estos mequetrefes del incienso, que la cultura hispánica es muy difícil de concebir sin los toros.
Hay cabañas de cría que tienen décadas y décadas de antiguedad, que dan trabajo tanto a peones como a ingenieros agrónomos. Los toros traen turismo, trabajo, riqueza, actividad económica. Las corridas son transmitidas por televisión, son cubiertas en la prensa escrita, incluyen orquestas, vendedores de refrescos y bocadillos, hacen que mucha gente se monte en transporte público para llegar hacia ellas. El toro bravo es un símbolo de España, no es solamente un animal. Es un ícono cultural. Desde Dominguín hasta Jesulín de Ubrique, pasando por Paquirri, los toreros son héroes, son paradigmas del gallardo caballero español de todos los tiempos. ¿A dónde queremos llegar? ¿Qué pondrán en las botellas de Osborne? ¿Un delfín? ¿Dónde está escrito que la emasculación organizada implica progreso? ¿Van a prohibir también el boxeo y el whisky? El toro bravo es el toro bravo, no es un animal que exista por sí solo, se lo cría para la lidia. Y como se ha mencionado con anterioridad en este blog, cuando por aquellas insondables cuestiones de la genética y de la naturaleza no se logra que el toro sea bravío, su irremediable mansendubre lo exime de la arena y lo convierte en semental. Por otra parte, esas pechugas deshuesadas que consumen los "sensibles" que aborrecen la lidia, ¿no provienen de tenebrosos criaderos que someten a las aves a una horrenda existencia seguida de una truculenta muerte? Es la clásica incoherencia del fanático blandengue, que se opone a lo que no entiende. Que pide a gritos la abolición de todo aquello que no pasa por su absurdo tamiz de justiciero de cotillón.

Es una verdad escrita con sangre en la arena, desde el fondo de la historia: No hay cosa peor que lidiar un manso.

N. de la R.: A todos los que celebran la prohibicion de las corridas de toros en Cataluña, los invito a que lean el libro "Muerte en la tarde", de Ernest Hemingway.