martes, 30 de noviembre de 2010

Mi ídolo y navidad.

Nació en 1917, en un hogar de inmigrantes italianos en Steubenville, Ohio. Desde chiquito se las rebuscó solo. Primero les guardaba el moonshine a los mafiosi en los tarros de desinfectante de la peluquería de su papá, Gaetano. Después fue croupier en las salas de juego que operaban en los fondos de los negocios del barrio. Más tarde, hizo 12 combates de boxeo por dinero (lo que se llama "prizefighter") en los cuales, además de perder 11, arruinó para siempre la movilidad de algunos de sus dedos. Volvió a las salas de juego, esta vez a canturrear alguna que otra canción, hasta que se fue a probar suerte a New York. Una noche reemplazó a Frank Sinatra en el club Riobamba, pero le fue como el culo. Siguió intentando, cantando en lugares de mala muerte, compartiendo un mugroso departamento con otros aspirantes a algo, hasta que en 1946 conoció a Jerry Lewis. Actuaron en el 500 Club, en Atlantic City, New Jersey y de ahí pasaron a la NBC con el "Colgate Comedy Hour" y luego al cine. Dean hizo películas, grabó discos, fue el compadre de Sinatra, a quien llamaba "Ciccio" (diminutivo de Francesco), tuvo su propio show en NBC, el "Dean Martin Variety Show", que grababa todos los sábados sin ensayar una sola línea, con invitados como Orson Welles, John Wayne, Ella Fitzgerald, Ronald Reagan entre otros. Fue el más extraordinario entertainer de la historia. Todo lo hacía fácil, sin dramas, de una vez. Con una categoría inclasificable. Sin despeinarse, sin transpirar, sin nervios ni de él ni de los que lo rodeaban. Jamás se tomó en serio lo que hacía. Lo único que le interesaba era jugar al golf. Se casó 3 veces y tuvo 7 hijos.

En esta navidad se cumplen 15 años de la muerte de Dean Martin. Una muerte planeada, anticipada y casi que deseada por Dino.

En 1987, su hijo Dean Paul que era reservista de la fuera aérea, se estrelló con su avión F-4 en las montañas de Los Angeles. En ese momento, sin dramas, sin escándalos, sin nervios, Dino decidió poner punto final a su vida. Se ocupó personalmente de declinar en cada aspecto. Se encerró en su casa en Beverly Hills a ver westerns. Únicamente salía para cenar en el restaurant Da Vinci, todas las noches. Un J&B con hielo y soda, spaghetti pomodoro e basilico, un vaso de chianti y un tiramisú. Todas las noches. Él solo. Una noche, Ciccio (que jamás lo pudo entender del todo pero era su amigo incondicional) lo fue a buscar. A sabiendas de la condición anímica en la que se encontraba Dino, casi que lo obligó a salir de gira junto a Sammy Davis, reeditando las noches de gloria del Rat Pack de principios de los 60. Más que nada para ver si lo podía levantar un poco. Ciccio le tenía terror al declive. Ciccio tenía miedo de terminar como Dino, esa es la verdad. Salieron de gira, Dino a regañadientes. Vean la versión de "Welcome to my world" correspondiente a una de las actuaciones de la gira en el link adjunto y van a ver a un tipo que, destruído por dentro, simplemente está ahí porque la materia y las leyes de la física así lo determinan. Dino se había ido. Y se fue nomás, una noche levantó campamento y se mandó a mudar de la gira. Por respeto al amigo y por tener códigos, se internó en un hospital para evitar el escarnio de un abandono injustificado. Al día siguiente se fue a la casa, a seguir viendo westerns. El menefreghismo con el que transitó toda su vida se había exacerbado al extremo. Westerns, Da Vinci. Westerns, Da Vinci. Tenía tumores en el hígado y enfisema. Le importó tres carajos. No le dio pelota a los médicos. Ni iba al médico. Westerns, Da Vinci. Westerns, Da Vinci. Hasta que el 25 de diciembre de 1995, ya muy débil y en cama, oyó a su ex-mujer Jeannie que, teniéndole la mano, le dijo "if you you want to go, go". Y sin soltar la mano de Jeannie, sin escándalo, sin nervios, sin hacer difícil lo fácil, murió.

Dino es mi ídolo máximo. Feliz navidad.


http://www.youtube.com/watch?v=HS6ltnoJjoM

martes, 9 de noviembre de 2010

Lo dijo un viejito.

El otro día escuché en la radio un reportaje a un ex-futbolista de avanzada edad. Era una de esas típicas notas evocativas en las que se recitan de memoria formaciones de equipos, se recuerdan goles, etc. En un momento el periodista preguntó por un determinado jugador y el entrevistado le respondió "no está en vida".

Cuántas cosas en esa respuesta:

1) La alusión a la muerte sin nombrarla.
2) Un verbo en tiempo presente hablando de una persona fallecida.
3) La certeza, o al menos la duda razonable, de que existe otro lugar para estar aparte de la vida.
4) Cuando vas envejeciendo tus amigos van muriendo, hasta que llega un punto en que amistad y muerte son indisociables.
5) La mayoría de los periodistas no sabe un carajo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Chinatown posta.

En Los Angeles, California, hay una Chinatown. Es muy antigua y, a diferencia de otras Chinatown, no tiene gente joven, ni chucherías de Taiwan, ni puestos de comida frenéticos. Fue fundada en 1880 y pasó por diversas transformaciones y mudanzas. En la Chinatown de Los Angeles hay chinos viejos, que se reúnen en silencio a jugar una especie de dominó con piezas que tienen forma de cubo. Fuman, se peinan con raya al costado y toman té. Hay un sector que data de los años inmediatamente anteriores a la guerra, que permanece tal cual. Con marquesinas y carteles que parecen rescatados de un estudio de cine. Letreros que ofrecen como novedad, aparatos que hoy sólo se encuentran en museos. "Solid state TV sets", "Short-wave radio systems", "Pocket cameras". O las aún más sugestivas "asian novelties". Chinatown en New York es un gran shopping de baratijas. En San Francisco es una mezcla de academias de kung fu, tiendas naturistas y escuelas de cocina. En Los Angeles es un lugar detenido en el tiempo, con personajes que presenciaron la historia pero prefieren callarla. Y que tal vez, aunque quisieran contarla, nadie entendería.