martes, 23 de junio de 2009

Educación vital.

A veces me pongo a pensar en todos los caminos que se van abriendo a lo largo de la vida, como las bajadas de una autopista. Amistades, vocaciones, romances, mudanzas, frustraciones, éxitos, cambios, sorpresas, oportunidades. Y en los carteles simbólicos que nos van anticipando lo que vendrá, para que maniobremos en consecuencia. ¿Qué es lo que hace que obviemos estos posibles destinos? O por el contrario ¿qué es lo que nos convence en el momento de decidirnos por alguno de ellos? De vez en cuando y sin motivo aparente hago el ejercicio de desandar mentalmente mi vida. Vuelvo a ver los desvíos que no tomé, las salidas que pasé de largo. Y más allá de haber logrado (por suerte) una tregua inexpugnable conmigo mismo gracias a la cual no hay vencedores ni vencidos, ni autopase de facturas, ni lágrimas sobre la leche derramada, me pongo a pensar cuántas vidas hipotéticas tenemos. Cuántos destinos, cuántas personas, cuántos lugares. Claro, cuando ya te queda medio tanque, tenés dos opciones. Apretás los dedos, subís el volumen del estéreo y pisás el acelerador, o cerrás los ojos y pegás un volantazo.

De yapa, mis 5 albums preferidos para un viaje rutero y solitario:

1) Ballads (John Coltrane Quartet)

2) Let it bleed (The Rolling Stones)

3) The complete Gershwin songbook (Ella Fitzgerald)

4) Pleasant dreams (The Ramones)

5) Electric Ladyland (The Jimi Hendrix Experience)

miércoles, 17 de junio de 2009

Percepción.

En el edificio de oficinas donde trabajo, está la sede central de Merryl Lynch. Faro financiero de occidente, central neurálgica de movimientos económicos internacionales. Y cada mañana veo a sus funcionarios, listos para encarar otro día de avezadas maniobras tendientes a mantener a flote las ganancias de sus clientes. Con sus BlackBerry, sus autos alemanes, sus chistes lamentables. Pero sobre todas las cosas, vestidos de riguroso traje y corbata. Hago la salvedad de que vivo en Miami, ciudad en la cual el termómetro alcanza valores inusitados durante la mayor parte del año. Es entonces que entiendo el por qué de la enorme crisis que atraviesa la economía en todo el mundo: está en manos de gente que sistemáticamente ignora lo que sucede a su alrededor. Si no les funciona el termostato, es lógico que tampoco les funcione la calculadora.

viernes, 12 de junio de 2009

Término.

Cuando voy a un steakhouse (restaurant de carnes), me resulta interesante observar el punto de cocción en que la gente pide su carne. 

Cuando alguien pide well done (bien cocido), me provoca rechazo. Directamente. Es que al cocinarla hasta ese punto, la carne pierde todos sus jugos, adquiere un color grisáceo y además es despojada de su personalidad. Es lo mismo comer perro well done que vaca well done. ¿Cómo confiar en alguien que se expone a la posibilidad de que efectivamente un día alguien le sirva perro para comer y él lo pague como filet mignon? 

Medium well (término medio hacia bien cocido), es para matarlo. Se trata de alguien que obviamente preferiría pedir término medio pero le tiene miedo a la sangre, al juguito de la carne. Es una persona que sabe lo que quiere, pero no se lo permite. Un infeliz sin remedio. 

Medium (término medio), es nada más ni nada menos que eso. Un mediocre. Ni chicha ni limonada. Le gusta un poquito jugosa, pero no tanto. Jamás tomará una posición controvertida en su vida. Huye de cualquier conflicto. Un pobre pusilánime.

Medium rare (término medio hacia jugoso), si es joven le tengo fe. Demuestra curiosidad, valentía y ganas de mejorar. Nadie sube de rare a medium rare, con lo cual seguramente antes comía la carne más cocida y ahora está desarrollando el paladar. Probablemente sepa cocinar, le guste el jazz y sepa hacer tragos.

Rare (jugoso), es el tipo de persona que respeto y en la que puedo confiar. La carne en su máxima expresión, aún cerca de ser el animal que fue. El músculo todavía flexible, la mano del chef mucho más atenta, el hueso si lo hubiere, apenas tibio. Una persona sin miedo y que sabe disfrutar las cosas buenas de la vida. Que encuentra su felicidad en lo que casi todo el mundo, por alguna razón, siempre intenta esquivar. Alguien a quién sin duda podré llamar "amigo".

Para terminar con este tema.

Siempre se pregunta si existe la amistad entre el hombre y la mujer. ¿Por qué nadie pregunta, por ejemplo, si existen los árboles? Muy fácil: uno puede salir a la calle, ver unos cuántos árboles, tocarlos, olerlos, inclusive treparse a alguno. Lógico, todo aquello que existe es evidente. A los hombres, las mujeres nos gustan o no nos gustan. 

Punto.



viernes, 5 de junio de 2009

Evolución.

He visto a encumbrados ejecutivos de multinacionales. A multipremiados cirujanos. A gobernantes de fuste. A artistas de vanguardia. A avanzados estudiantes universitarios. A humildes trabajadores de limpieza. A repartidores de café. A desempleados en busca de empleo. A esposas de directores de empresas. A novias de directores de empresas. A amiguitas de directores de empresas. Y sí, también a directores de empresas. A carteros. A oficiales de policía (asco). A representantes del clero. Etc, etc, etc, presionar el botón de llamada del ascensor cuando ya tiene la luz encendida, señal inequívoca de que alguien ya lo llamó y que está en camino. Un acto que demuestra un grado de imbecilidad que da por tierra con cualquier teoría que intente demostrar que el hombre es el mono evolucionado. Los grandes temas de la humanidad, las más triviales decisiones cotidianas, nuestra vida al fin y al cabo, está en manos de personas que no podrían superar un elemental examen de aptitud psicomotriz e inteligencia: SI EL BOTÓN ESTÁ ILUMINADO ES QUE ALGUIEN YA LLAMÓ AL ASCENSOR. 

No sé a ustedes, pero a mí me aterra.