martes, 5 de febrero de 2013

Nace un fotógrafo.


Tuve la suerte de ser dupla(*) de Mauricio Candela durante casi siete años en Zubi Advertising. Todavía recuerdo un lejano día de febrero de 2003 en el que recién llegado a Miami, me pusieron a trabajar con un director de arte que venía a la agencia en moto, calzado con chancletas y con mechones azules en el pelo. “Soy Candela, ¿qué más?”, me saludó.

Nada podía hacerme imaginar que estaba conociendo a un hermano.

Alguien con quien compartí miles de horas pensando ideas, viajando, trabajando, creciendo, puteando, tomando algunos whiskies (pocos) y sobre todo, como dice él “pasando bueno.” Es el mejor director de arte que conocí en toda mi carrera, entre otras cosas porque fue capaz de ser mi dupla y no morir en el intento. Nunca fui mejor redactor que cuando trabajé con él. Mauro (como le digo desde que lo conozco, no sé bien por qué) tiene la gran virtud de saber escuchar, de dejar hacer, de esforzarse para que la luz nos pegue a todos y no a uno solo. Resume todo en imágenes, yo todo lo traduzco en palabras, por eso siempre nos llevamos bien trabajando. Cada idea que teníamos era un aviso listo. Siempre rematada con un “bueno, esa está, démosle a ver si sale otra”, o con un “listo gordo, sigamos mañana.”

Aprendimos mucho juntos, él me abrió su corazón paisa y un poco queriendo y otro poco sin querer me enseñó muchas cosas sobre Colombia y sobre todo sobre su querida Antioquia, la bandeja paisa, el guaro, la trova. Yo, argento sin remedio, le mostré las bondades del asado de tira, dos o tres historias tangueras y alguna que otra frase del Bambino Veira. ¡Claramente salí ganando!

Hoy Mauro cierra su ciclo como director de arte y emprende un camino nuevo como fotógrafo. Como siempre decíamos “hagámoslo fácil”, voy a hacerla bien fácil: Mauro, te deseo lo mejor (total, que te vaya mal es imposible). Y como yo todavía trabajo de hacer avisos, nobleza obliga, quiero anunciarle a todo aquel que lea esto, que tiene a disposición a un tipo talentosísimo, trabajador como pocos, exigente, medio cabrón, divertido, leal y buena gente.
Se llama Mauricio Candela. Es fotógrafo. Fue mi dupla.
Es mi hermano


(*) Así se denomina en publicidad al equipo formado por el director de arte y el redactor. 



jueves, 31 de enero de 2013

Lío.


El mejor futbolista del mundo es argentino. Esa frase dicha en tiempo presente es algo que ya ha sucedido. No lo podemos negar y mucho menos cambiar. Diego fue el mejor de todos los tiempos en su tiempo. Hoy es Messi. No es solamente el mejor futbolista, como dijo acertadamente un periodista, Messi es el ser humano que mejor hace su trabajo en todo el mundo. Su empleador, el Fútbol Club Barcelona, jamás tendrá dentro de su nómina a un trabajador tan eficaz y que genere tanta ganancia. Si fuera científico, tendría 4 Premios Nobel seguidos. Si fuera albañil, construiría 100 murallas chinas. Si fuera cantante haría olvidar a Gardel y a Sinatra. 
Punto y aparte, admiración y fanatismos al margen. 
Acá es donde se arma el lío para Lío. O mejor dicho, para nosotros. 

Hay por delante una parada histórica que parece casi un chiste del destino para todos los guionistas de películas épicas. Viene el mundial de Brasil. Y Lío, además de ser el mejor del mundo, es el 10 de Argentina. Lleva la bandera en medio del territorio enemigo. Es el que tiene que guiar a los demás a la epopeya. Goles más, goles menos, millones más, millones menos, es lo que determinará su lugar en la historia. Cuando se escriban las páginas (bueno, las pantallas) de la crónica futbolera en las décadas por venir, habrá un capítulo apasionante. A la usanza de los viejos libros de "Elige tu propia aventura", puede tener dos finales posibles. 

1) Aquel que cuenta cómo se acabó para siempre la alegría brasilera gracias a un pibe rosarino que calló la batucada exuberante de la folha seca y el jogo bonito a fuerza de gambeta y goles. Peregrinación desde el obelisco a la cancha de Newell's, monumento al 10 en el Parque Independencia. Olmedo, Fontanarrosa y Messi, Rosario cuna de grandes. Capítulo llamado "La Gloria."

2) El que cuenta nuestro regreso anticipado de Brasil, en una fría y lluviosa tarde de julio, después de una magra performance. Indiferencia, gusto a despedida. La bandera en el piso y la 10 vacante otra vez. Con Lío viajando directo de Río de Janeiro a Barcelona a buscar el mimo incondicional de Catalunya, su lugar en el mundo. Capitulo denominado "Devoto."

Esto es lo que me pasa con este pibe. Lo admiro, le reconozco todo su talento y su capacidad. A pesar de ser del Madrid disfruto de su fútbol excelso jugando para el Barsa. Lo respeto por su conducta, me hace sentir orgulloso, celebro que sea nuestro. Pero tengo esa lucecita encendida, ese ruidito en pleno vuelo, ese asterisco que me recuerda la inminencia de la bifurcación en el camino. Viene el mundial de Brasil. 

Y después, el final del capítulo.