miércoles, 14 de octubre de 2009

Los "no" para León.

No seas vigilante, los vigilantes son despreciables y cornudos.

No te mientas, mentile a tu esposa, a tus padres, a tu jefe, pero nunca a vos mismo.

No seas desleal, jamás se vuelve de una traición.

No te quedes callado, que te tachen de quilombero pero nunca de cagón.

No te aguantes la risa ni el llanto, nunca sos más sincero que en esos dos momentos.

No estés con gente que no te quiere, jamás cambian de parecer y la vida pasa muy rápido.

No te alejes de tus enemigos, tenelos siempre cerca y cuando parpadeen destrozalos.

No llegues tarde, es un hábito de gente mediocre e indolente.

No mires para atrás, por algo tenés los ojos en la cara y no en el culo.

No dejes nunca de aprender, pero dudá siempre de los que te enseñan.

No descuides a tus amigos, es lo único que no podés reemplazar.

No salgas de tu casa sin hacer la cama, nunca hay que acostarse en una cama deshecha.

No hagas muchas cosas a la vez, hace dos o tres pero hacelas bien.

No bosteces adelante de una chica, ni siquiera si duerme con vos.

No te arrepientas de nada que hagas con el corazón, aunque rompa el de alguien o provoque dolor.

No agaches nunca la cabeza, lo que realmente vale la pena está escrito en las estrellas.

lunes, 5 de octubre de 2009

La gran mentira.

Yo suscribo a rajatabla los dictámenes de la economía de mercado. Considero que la educación y la salud no deben ser gratuitas. Dudo de la eficacia del sistema de voto universal versus el voto calificado. No encuentro mérito en la pobreza. Reivindico la lucha antisubversiva. Es decir, soy lo que el común denominador culposo y cobarde de la clase media argentina adoradora del dólar y los shoppings de Miami denomina un "facho", un "liberal", un "oligarca" si se quiere. Pero me la banco. Pienso así y fundamento lo que creo. Vivo de manera consecuente con mi pensamiento.

Una noche de julio, en el año 2006, fui a cenar al restaurant La Brigada, en San Telmo. Una de las mejores y más caras parrillas de Buenos Aires. Cortes premium, vajilla impecable, mozos diligentes, bodega surtida. A metros de allí, bajo la fría lluvia porteña, familias enteras buscaban refugio en los zaguanes de las viejas edificaciones de la zona. Los postergados, los caídos del sistema, los desposeídos. Ese conjunto de personas a los que, de un modo asquerosamente demagógico la izquierda denomina "el pueblo" o "la gente", como si los que no hurgamos tachos de basura fuéramos incomprensibles criaturas del espacio exterior. En fin. En una mesa del restaurant, tomándose una botella de champagne francés Dom Perignon, estaba Mercedes Sosa. Gran abanderada del "pueblo", voz de los sin voz, heroína de los jóvenes idealistas. Canonizada por toda la patria hipócrita, deslenguada y pelotuda que aplaude todo lo que es "políticamente correcto", sin aplicar la más mínima dosis de sentido común.
Les repito por si no queda claro: VI A MERCEDES SOSA CENANDO CON DOM PERIGNON EN UNO DE LOS RESTAURANTES MAS CAROS DE LA ARGENTINA.

Esa es la izquierda latinoamericana.