lunes, 8 de febrero de 2010

El Negro.

Mi restaurant de sushi queda cerca de la cancha de River. Ayer mientras preparábamos el salón para abrir, pasó camino al Monumental parte de la seguidora parcialidad de Rosario Central. Uno de los hinchas llevaba una bandera con la imagen de Inodoro Pereyra visitiendo la casaca canalla. Debo confesar que se me llenaron los ojos de lágrimas por el inmediato recuerdo del ENORME Roberto Fontanarrosa. Es imposible disociar la cultura popular argentina de los últimos 40 años de la influencia del Negro. Dibujante, narrador, creador de personajes, defensor de la liturgia del café, del fútbol y de la feroz y tierna mordacidad Argentina. Te extraño Negro, leo tus libros y entiendo que no eras escritor, eras un tipo que contaba historias a sus amigos. Te recuerdo diciendo que soñabas con ser futbolista pero chocaste con dos obstáculos, el primero tu pierna derecha y el segundo tu pierna izquierda. Guardo tus libros firmados, recito de memoria todo lo que escribiste para Les Luthiers. Genio, genio, genio. Publicaste en Clarín toda la vida sin moverte de Rosario. Monstruo. Cada cuadrito de Inodoro o de Boogie era una historia en sí mismo. Te admiro, te extraño y te digo gracias. Mi vida es mejor porque vos exististe. Ah, fue parda 0-0 de visitante. No está mal. No está mal. Un abrazo Negro.