viernes, 13 de marzo de 2009

Lealtad.

Diego no admite medias tintas. Como cuando jugaba y se paseaba por la concentración con la 10 puesta en todo momento, como cuando dejaba pedazos de vida en los mundiales, como cuando llevaba la cinta de capitán y le inflaba el pecho de coraje a sus compañeros con su sola presencia. No es raro que se encuentre con dificultades con jugadores, dirigentes y periodistas. No es raro que haya hinchas que cuestionen su andar. Es más fácil ser gris, porque siendo gris podés ser un poquito blanco sin traicionar al negro y un poquito negro sin traicionar al blanco. En un mundo cada vez más metrosexual y pasatista, cada vez más ambiguo, en un mundo donde el pan a veces es vino y el vino a veces es pan, Diego exige la más básica y fundamental virtud humana, la que realmente nos distingue de los animales (especialmente de las víboras): la lealtad. No se negocia, no es más o menos, no es con remilgos. Sos leal o no. Hay quienes lo acusan de desequilibrado, de inmaduro, de bruto. Son los que nunca le dan un piñazo a la mesa, los que nunca se plantan en una verdad, los que nunca arriesgan. Los que únicamente pueden ser leales a su condición de pusilánimes. Y los que, además, siempre pierden los mundiales. 

Juan100x100, 100% leal al Diez. 


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