miércoles, 25 de marzo de 2009

Gardel, un sastre y yo.

En algún momento de mi vida me vistió un sastre que pudo apreciar en persona la inigualable pinta del Morocho del Abasto. Don Álvarez se llamaba, todo en él era raro. Gordo, como de 80 años, desgreñado, solitario y apocalíptico. Atendía en su casa, la planta baja de un edificio de 3 pisos, a través de una ventana enrejada con la persiana apenas abierta. De encendidas ideas comunistas, solía revisitar con el adorno inexorable del recuerdo, algunos pasajes de su juventud. Siempre tuve facilidad para hablar con los viejos, me gusta ayudarlos a drenar su corazón de epopeyas que no fueron, amores que mancaron y goles anulados injustamente. Esta habilidad se basa en pisar con cierta inesperada autoridad en el territorio del otro, en el caso de Don Álvarez fue preguntarle, al oir que sonaba en su radio, si prefería a Gardel con acompañamiento de guitarras o de orquesta. 

"Yo conocí a Gardel en Olavarría. Fue cuando lo apoyaba a Yrigoyen, sería el ´27. Yo tenía 8 años. Había un cantor de tangos muy famoso en Olavarría, que era el novio de un caudillo radical, se veían en una casa de citas. El caudillo tenía un trato con la madama, le dejaba libre la zona a cambio de que ella lo dejara verse con su novio cantor. Se daban cada biaba con champagne. Además en esa época la cocaína se compraba en la farmacia nene, le decían ¨cocó¨. Yo sabía todo lo que pasaba en la casa de citas porque lustraba zapatos en la plaza y veía todos los movimientos. Cada vez que Gardel venía a Olavarría lo esperaba el caudillo este con su cantorcito protegido. Yo creo que Gardel era homosexual querido, qué querés que te diga. Pero bueno, una vez llegó de gira a cantar en un teatro y yo me puse con el cajón de lustrar en la puerta. Cuando termina la función, sale Gardel y me dice ¨nene, llevame a lo de la madama.¨ Yo no entendía nada. ¨Vamos muchachos¨ dijo y lo siguieron Barbieri, Pettorossi, Vivas y Riverol: sus cuatro guitarristas. Cuando llegamos, Gardel me dijo ¨nene, tomá, te pago 10 lustradas. Necesito que vayás a la estación y me avisés cuando esté por salir el tren.¨ ¿Sabés lo que había pasado? El caudillo y el cantorcito se habían pasado de rosca y no llegaron al concierto, pero Gardel, como fiel amigo, fue a cantarles igual. Cuando ví que estaba por salir el tren, volví a la casa de la madama a avisar. Pero solamente salieron los guitarristas. Gardel ya se había ido. Pero te digo algo querido, esa noche que lo vi, con esa elegancia y ese porte, decidí que de grande iba a ser sastre."

Y puto.

2 comentarios: