jueves, 31 de enero de 2013

Lío.


El mejor futbolista del mundo es argentino. Esa frase dicha en tiempo presente es algo que ya ha sucedido. No lo podemos negar y mucho menos cambiar. Diego fue el mejor de todos los tiempos en su tiempo. Hoy es Messi. No es solamente el mejor futbolista, como dijo acertadamente un periodista, Messi es el ser humano que mejor hace su trabajo en todo el mundo. Su empleador, el Fútbol Club Barcelona, jamás tendrá dentro de su nómina a un trabajador tan eficaz y que genere tanta ganancia. Si fuera científico, tendría 4 Premios Nobel seguidos. Si fuera albañil, construiría 100 murallas chinas. Si fuera cantante haría olvidar a Gardel y a Sinatra. 
Punto y aparte, admiración y fanatismos al margen. 
Acá es donde se arma el lío para Lío. O mejor dicho, para nosotros. 

Hay por delante una parada histórica que parece casi un chiste del destino para todos los guionistas de películas épicas. Viene el mundial de Brasil. Y Lío, además de ser el mejor del mundo, es el 10 de Argentina. Lleva la bandera en medio del territorio enemigo. Es el que tiene que guiar a los demás a la epopeya. Goles más, goles menos, millones más, millones menos, es lo que determinará su lugar en la historia. Cuando se escriban las páginas (bueno, las pantallas) de la crónica futbolera en las décadas por venir, habrá un capítulo apasionante. A la usanza de los viejos libros de "Elige tu propia aventura", puede tener dos finales posibles. 

1) Aquel que cuenta cómo se acabó para siempre la alegría brasilera gracias a un pibe rosarino que calló la batucada exuberante de la folha seca y el jogo bonito a fuerza de gambeta y goles. Peregrinación desde el obelisco a la cancha de Newell's, monumento al 10 en el Parque Independencia. Olmedo, Fontanarrosa y Messi, Rosario cuna de grandes. Capítulo llamado "La Gloria."

2) El que cuenta nuestro regreso anticipado de Brasil, en una fría y lluviosa tarde de julio, después de una magra performance. Indiferencia, gusto a despedida. La bandera en el piso y la 10 vacante otra vez. Con Lío viajando directo de Río de Janeiro a Barcelona a buscar el mimo incondicional de Catalunya, su lugar en el mundo. Capitulo denominado "Devoto."

Esto es lo que me pasa con este pibe. Lo admiro, le reconozco todo su talento y su capacidad. A pesar de ser del Madrid disfruto de su fútbol excelso jugando para el Barsa. Lo respeto por su conducta, me hace sentir orgulloso, celebro que sea nuestro. Pero tengo esa lucecita encendida, ese ruidito en pleno vuelo, ese asterisco que me recuerda la inminencia de la bifurcación en el camino. Viene el mundial de Brasil. 

Y después, el final del capítulo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario