lunes, 5 de julio de 2010

Por fin termina.

Algo cambió a partir de Sudáfrica 2010. En mi opinión, el mundial más decadente de la historia. El denominador común fue la indisimulable defección de todos los que llegaron como grandes figuras. Rooney, Ronaldo, Messi y Kaká pasaron sin pena ni gloria por los estadios africanos. Vengo pronosticando la desaparición del mundial como hecho deportivo, porque cada vez más los jugadores son de los clubes. Jugar por sus selecciones les provoca fastidio. No ganan dinero, se exponen a lesionarse, pierden sus vacaciones, enfrentan a sus verdaderos compañeros (como le pasó a Demichelis con Klose) y si no salen campeones del mundo son un fracaso. Demasiado poco atractivo ofrece el mundial a quienes son su sostén primordial. Fíjense cómo jugaron Verón y Messi la final intercontinental de 2009 entre Estudiantes de La Plata y Barcelona y compárenlos con su versión celeste y blanca. A los jugadores no les interesa el mundial. Punto y aparte.

Por otro lado, el mundial es uno de los hechos globales que despierta más xenofobia. Las redes sociales han sido vehículo transmisor de innumerables expresiones racistas, de desprecio y de burla. Facebook ha puesto de manifiesto el profundo odio soterrado que subyace en la gran mayoría de nosotros. La mentada unión latinoamericana obviamente no es tal, todos hinchan por el europeo de turno. No es ya la clásica rivalidad entre Argentina y Brasil. Mexicanos, chilenos, paraguayos, hasta los colombianos que ni siquiera clasificaron, volcaron su intolerancia y su deseo de fracaso al vecino como nunca antes. Los mismos que reclaman a viva voz los derechos de los aborígenes justificaron su simpatía por alguna escuadra del viejo continente argumentando que "mi abuelo era alemán".

Se deshilacha el mundial como hecho positivo. 4 años es demasiado tiempo en la era de la comunicación en tiempo real. Representar al país en una justa deportiva es algo demodé, vacío de significado. La Champions League, la Liga Española, la Serie A italiana y la Premier League, sustentan largamente el negocio televisivo y ofrecen la mejor versión del juego más lindo del mundo.

El mundial es una mierda.

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