De chico viví en Mar del Plata. Ahí hice mis amigos de toda la vida, ahí aprendí casi todo lo que sé. Pero sobre todas las cosas, ahí está el mar que yo considero propio. No es azul, no es cálido, no es sonriente. Es así.
Mar de manos cansadas y sinceras.
Mar de peces trabajadores.
Mar de fotos en blanco y negro, de besos colgados del tiempo, mar que no pregunta pero sabe.
Mar robado de un mapa de marineros tristes, mar de olas que rompen detrás de la memoria.
Mar que vive en mis ojos, para mostrarme el horizonte mire donde mire.
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