miércoles, 17 de junio de 2009

Percepción.

En el edificio de oficinas donde trabajo, está la sede central de Merryl Lynch. Faro financiero de occidente, central neurálgica de movimientos económicos internacionales. Y cada mañana veo a sus funcionarios, listos para encarar otro día de avezadas maniobras tendientes a mantener a flote las ganancias de sus clientes. Con sus BlackBerry, sus autos alemanes, sus chistes lamentables. Pero sobre todas las cosas, vestidos de riguroso traje y corbata. Hago la salvedad de que vivo en Miami, ciudad en la cual el termómetro alcanza valores inusitados durante la mayor parte del año. Es entonces que entiendo el por qué de la enorme crisis que atraviesa la economía en todo el mundo: está en manos de gente que sistemáticamente ignora lo que sucede a su alrededor. Si no les funciona el termostato, es lógico que tampoco les funcione la calculadora.

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