viernes, 5 de junio de 2009

Evolución.

He visto a encumbrados ejecutivos de multinacionales. A multipremiados cirujanos. A gobernantes de fuste. A artistas de vanguardia. A avanzados estudiantes universitarios. A humildes trabajadores de limpieza. A repartidores de café. A desempleados en busca de empleo. A esposas de directores de empresas. A novias de directores de empresas. A amiguitas de directores de empresas. Y sí, también a directores de empresas. A carteros. A oficiales de policía (asco). A representantes del clero. Etc, etc, etc, presionar el botón de llamada del ascensor cuando ya tiene la luz encendida, señal inequívoca de que alguien ya lo llamó y que está en camino. Un acto que demuestra un grado de imbecilidad que da por tierra con cualquier teoría que intente demostrar que el hombre es el mono evolucionado. Los grandes temas de la humanidad, las más triviales decisiones cotidianas, nuestra vida al fin y al cabo, está en manos de personas que no podrían superar un elemental examen de aptitud psicomotriz e inteligencia: SI EL BOTÓN ESTÁ ILUMINADO ES QUE ALGUIEN YA LLAMÓ AL ASCENSOR. 

No sé a ustedes, pero a mí me aterra.

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