miércoles, 23 de junio de 2010

Hablando de mundiales.

Jamás volvimos a enfrentar y derrotar en el mismo torneo a equipos tan poderosos. En esa época, se armaban 4 grupos de 4 en la primera ronda, pero la segunda ronda no era por eliminación directa, sino que se formaban 2 grupos de 4 con los ganadores de la primera ronda, y el ganador de cada grupo jugaba la final. Arrancamos contra Hungría, que volvía a jugar el mundial por primera vez desde 1966, intentando reestablecer su prestigio. Fue 2-1 con goles de Luque y Bertoni, después de ir 1-0 abajo. Después vino Francia, que también llevaba dos mundiales sin participar, pero que llegaba con un equipo comandado por el mejor futbolista galo de todos los tiempos, Michel Platini. Fue otro 2-1 con goles de Passarella de penal y de Leopoldo Jacinto Luque, que jugó gran parte del partido con un brazo casi roto. Luego llegó la derrota contra Italia, que tenía un cuadrazo que sería la base del campeón del 82, con Dino Zoff, Scirea, Antognoni, Bettega y Paolo Rossi. Con ese resultado, ambos equipos pasaron a la siguiente ronda, Italia con 6 puntos y nosotros con 4, por lo cual perdimos la sede y tuvimos que ir a Rosario. En la segunda ronda, nos tocó de entrada Polonia, que venía de salir tercera en el mundial 74 y contaba con los talentosos Lato y Boniek entre los suyos. Fue 2-0 con dos goles del Matador Kempes y un penal que el Pato le atajó a Deyna. Después llegó el empate 0-0 con Brasil, jugando bajo la lluvia. Llegamos al ultimo partido del grupo cabeza a cabeza con ellos, pero con una diferencia de 3 goles a favor de nuestro eterno rival, por lo cual necesitábamos meterle 4 a Perú para llegar a la final. Perú era un rival muy respetable que había clasificado primero en la ronda inicial y tenía grandes jugadores como Chumpitaz, Cueto, Cubillas y Oblitas. En los primeros 15 minutos, lo pasamos realmente mal, con dos tiros en los palos del arco del Pato. Hasta que a los 21 llegó el primer gol de Mario Kempes, a los 43 el del Conejo Tarantini, a los 46 otro de Kempes y a los 50 el de Luque, que nos depositaba en la final. Llegaría uno de Houseman y otro más de Luque para sellar el 6-0 que no dejaba dudas. La selección Argentina, empujada por los hinchas rosarinos, llegaba por segunda vez en su historia a la final. Y llegó el gran día. La definición del torneo nos ponía frente a frente con Holanda, subcampeona del mundo en 1974. Otro cuadro formidable, integrado por fenómenos como Krol, Neeskens, los hermanos Van der Kerkhof, Rensenbrink y Nanninga. Sobre el final del primer tiempo, gol del Matador Kempes metiéndose entre los dos centrales rivales y definiendo casi desde el suelo. Terminando el partido, un golazo de Nanninga nos dejó helados. Y un tiro en el palo de Rensenbrink casi nos deja fritos. Fuimos a tiempo suplementario. Y a los 105 minutos, Kempes entró al área bailándose un malambo arriba de los defensores holandeses y metió el 2-1 con la suela derecha, casi debajo del travesaño. Pero a ese equipo de hombres, de campeones de verdad, le alcanzaba para otro gol más. Y llegó una combinación sensacional entre Bertoni y Kempes, que la Chancha metió abajo contra el palo derecho de Jongbloed. Golazo y Argentina campeón. Jugando como nos gusta a los argentinos, con talento y huevos. Sin protestar, sin artistadas. Ganando cuando hay que ganar, sufriendo cuando hay que sufrir. Digan lo que digan, esa fue la mejor selección argentina de la historia. Dirigida por un técnico que representó como nadie nuestro paladar futbolístico dentro de un campo de juego, capitaneada por el último gran caudillo que vistió la celeste y blanca y con un grupo de jugadores valientes, talentosos y decididos a quedar en la historia.

Lamentablemente tuvieron la desgracia genética de representar a la Argentina. Y hoy, a 32 años de su consagración, siendo ya sexagenarios, en vez de recibir el homenaje de la patria futbolera, son señalados como cómplices de una oscura maniobra militar. Son demeritados por una sociedad exitista, que en aquel entonces golpeaba las puertas de los cuarteles pidiendo orden. Son tratados cruel e injustamente por el ignorante, cobarde y traicionero argentino medio. Pero afortunadamente están las imágenes del Monumental colmado, de los papelitos, de las banderas. Están las grabaciones del "vamos vamos Argentina", están las fotos de Alfieri, incluyendo la famosa del "abrazo del alma." Están las pruebas irrefutables de la felicidad colectiva. No hay registros de manifestaciones en contra del mundial, no hay grabaciones de ningún periodista, de ningún político o representante de la sociedad argentina condenando la realización del torneo. No hay imágenes de ninguna plaza vacía. Lo que hay es un triste presente, una frustrante y dolorosa realidad: la prueba fehaciente de que pertenecemos a una sociedad enferma, desmemoriada y resentida. Ellos querrán recordar la fecha del 25 de junio de 1978 como un oscuro momento de nuestra historia. Yo prefiero decirle gracias a los jugadores por darnos aquella gran alegría.

Muchachos, a 32 años de ese logro: al igual que ustedes, yo nunca me voy a arrepentir de ser campeón.



http://www.youtube.com/watch?v=Yxdok39dakI&feature=related

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