jueves, 9 de abril de 2009

Elevator.

Música de ascensor. Inocua y desapasionada. No tiene el efecto abrojo que ostentan otros géneros, que hace que cualquier persona o vivencia que transcurre al compás de una canción quede indefectiblemente adherida a ella por siempre, condenándonos a un chicloso, involuntario y perpetuo ejercicio evocatorio. No tiene letra, que es algo que siempre nos cae distinto según sea nuestra circunstancia. Música de ascensor se suele aplicar de manera despectiva, "este tipo es más aburrido, parece música de ascensor". ¿Acaso se aplica la misma regla músico-antropológica para otros estilos? No. Nadie dice "este tipo es un borracho cornudo y edípico, parece un tango", o "esta gorda pintarrajeada tiene problemas cardíacos y lleva una pistola en la cintura, parece un bolero", o "este negro es heroinómano y bisexual, parece un bebop" o "mirá este travesti con tatuajes de anclas y aliento a aguardiente de caña, parece un samba". 
Música de ascensor es un loop indefinido que no altera ni se entromete en ninguna acción circundante. Como un discreto barman que sirve tragos sin preguntar, un referee que deja jugar. O el mar, que hace siempre lo mismo y nunca aburre. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario