viernes, 11 de marzo de 2011
El tren se va, el tren se va, saquen los boleeeetos.
Hace muchos años los ingleses construyeron la red de ferrocarriles argentinos. A modo de imperturbable símbolo, permanecen al final del recorrido del ex-Ferrocarril Mitre, en la Estación Retiro, los topes hidráulicos que dicen “Made in Liverpool” y datan de la década de 1890. Después, a lo largo de nuestra infausta historia, la sociedad argentina contribuyó a la obra de los ingleses con nacionalizaciones, privatizaciones, estatizaciones, gremios, sindicatos, paros, vandalismo, robos, violencia, demoras, atraso, abandono, miedo, apretujamiento, choques, vaciamiento y anacronismo. Nada de eso queda, ni trasciende, ni mejora lo anterior. Los topes hechos en Liverpool sí. Los topes hechos en Liverpool son lo único de los trenes que sigue, que funciona, que no falla, que no es moneda de cambio de un gobierno. Los topes hechos en Liverpool son la demoledora evidencia de lo etéreo de la diatriba argentinoide que infla el pecho a voz en cuello a la sombra de fotos viejas. Son el contrapeso de la liturgia triste y desesperante de la constante celebración del fracaso. Las cosas tienen un sentido y un propósito, los ingleses hicieron los trenes para acercar al puerto la riqueza del país y para facilitar la distribución de los inmigrantes. En un dinámico movimiento de ida y vuelta, por una vía entraba la mano de obra que producía y por la otra salía el producto que generaba riqueza. Así pensó siempre Inglaterra, por eso los países que colonizó hoy funcionan y son sociedades pujantes y educadas. Estados Unidos, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda. Así pensaron la Argentina los ingleses. Lamentablemente los echamos.
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